Mary Evangelista

Una pampeana cuya pasión derribó redes del patriarcado

por Rita Soublé
Mary es profesora de Educación Física, entrenadora y en la actualidad, juega Beach Vóley.
Descubrió que el vóley era su pasión cuando apenas tenía 11 años de edad, pero para jugar tuvo que esperar un año más porque en ese momento, esa práctica deportiva era solo cosas de varones.
“Hoy, cuando miro hacia atrás puedo ver los obstáculos que tuve que superar, pero amaba jugar vóley y quería eso. En ese momento no era consciente de cuantas situaciones enfrentaba, sólo por mi condición de mujer”, afirma.
Fue esa pasión, que contó con el apoyo de Omar Amoros, la que le permitió llegar a torneos de vóley locales, provinciales, Patagónicos, integrar seleccionados femeninos y ser parte de la primera Selección Pampeana de Voleibol.
Al hacer un balance del trayecto recorrido, a sus 53 años, admite que la decisión de no renunciar a su pasión, allanó el camino a miles de jóvenes que hoy, incorporaron esa práctica como parte de sus vidas.
“Fue todo un desafío, que me dio frustraciones, angustias, pero también satisfacciones y alegrías y sé que tuve que batallar sola, en tiempos donde apenas resonaban cuestiones vinculadas al feminismo, o políticas con perspectivas de genero e igualdad de oportunidades”, destaca.
Mary admite que hoy es consciente de que, así como ella tuvo que superar vallas y prejuicios en su profesión y su inserción al vóley, lo mismo ocurre en la vida cotidiana y laboral de cada mujer, en el seno de una sociedad en la que “una parte celebra los derechos adquiridos, pero otra, los cuestiona y lo que creíamos que ya estaba aceptado hoy se pone en dudas”.
Al referenciarse como entrenadora de equipos de vóley femenino y masculino, recuerda que cuando se recibió como profesora de Educación Física existía claramente una supremacía masculina, “lo que significaba que nosotras debíamos construir nuestro propio camino y teníamos que demostrar que éramos capaces de estar frente a un grupo. En ese momento, esa mirada prejuiciosa estaba naturalizada, hoy a la distancia -confiesa-, sabemos que todo pasaba por una cuestión de género”.
Seguramente Mary en el transcurso de su vida ha vivido situaciones personales amargas, como todas y todos, pero en su vida deportiva no puede dejar de recordar la expulsión que sufrieron ella y su compañera Alejandra “Jana” Ortiz Echague de la Federación Argentina. Fue luego de clasificar en 2006 a la Argentina para los Juegos Panamericanos de Rio de Janeiro 2007 en Beach Vóley y luego ser confirmadas como la dupla que ocuparía esa plaza. “Fue la experiencia más fuerte que tuvimos, fue algo soñado más allá de que los resultados no fueron los esperados”.
“Cuando regresamos de la competencia nos invitan a jugar un circuito mundial otra Federación Internacional, y ahí la Federación Argentina nos sanciona por participar de ese torneo y ya no pudimos participar por varios años en el circuito nacional. Este creo que fue el momento más doloroso que sufrí y el otro -recuerda- fue cuando no me permitieron estar al frente de una selección de varones. También ahí entendí que todo esto me pasaba, sólo por ser mujer”, reflexionó.
La lucha y perseverancia de tantas mujeres como Mary, quien hoy en esta actividad del 8M es una de las protagonistas, son las que en lo cotidiano van rompiendo barreras levantadas por el patriarcado, barreras que parecen infranqueables, pero logran ser arrasadas por la lucha tenaz y los sueños de miles de mujeres, convencidas de que no merecemos ni queremos derechos especiales, sino que sabemos que merecemos los mismos.
Hoy más que nunca estamos convencidas de que sólo logrando la igualdad de género se pueden construir sociedades pacíficas, justas y sostenibles.