Mari Isabel Acevedo

por Mónica Rojas

Cuando una niña de cinco años corre detrás de una pelota, no sabe que ese simple juego puede marcar su destino. Para Mari Isabel Acevedo, el deporte fue más que una actividad recreativa: se convirtió en una pasión inquebrantable, en una lucha constante y en un espacio de transformación. Desde sus primeros juegos en el barrio natal, hasta su rol como dirigente deportiva, su historia es la de una pionera que desafió las normas de su tiempo, abrió caminos y que hoy a sus 70 años. sigue dejando huella.

Los primeros pasos: una pasión que rompió barreras

En los años 60, el fútbol no era cosa de mujeres. Sin embargo, Mari nunca dejó que eso la detuviera. “Jugaba todo el tiempo a la pelota, aunque mis padres no me dejaban”, recuerda. Pero lo que apasiona no sabe de límites, y cada oportunidad que tenía la aprovechaba para jugar en la calle, con amigos y vecinos.

Al llegar a la escuela secundaria, su amor por el deporte se expandió: practicó pelota al cesto, voleibol y, casi por casualidad, descubrió en el patio de la Escuela Normal el softbol. Ese encuentro casual con el bate y la pelota la llevaría a escribir algunas de las páginas más gloriosas del softbol pampeano.

El camino no fue fácil. En 1975, el softbol femenino dejó de practicarse en la provincia, dejándola sin su deporte. Pero la pasión no se apaga fácilmente: volvió a sus raíces y jugó al fútbol en torneos barriales con otras chicas, aun cuando el fútbol femenino no era “bien visto”. No había apoyo, no había reconocimiento, pero había ganas. Y eso bastaba.

En 1985, el softbol femenino volvió a La Pampa y ella también estaba lista para volver. Durante más de una década, formó parte del mejor equipo de la provincia, acumulando logros y demostrando que las mujeres podían competir al máximo nivel. Fueron varias veces subcampeonas nacionales, pero en 1992 llegó la consagración: Campeonas Argentinas en Bahía Blanca, “Ese día fue inolvidable, la obtención del campeonato me hizo recordar todo el sacrificio que habíamos hecho para llegar a ese torneo, lloramos, gritamos, saltamos y disfrutamos como nunca, le habíamos ganado al mejor equipo de la argentina que era Capital Federal, sentí mucha felicidad” rememora.

Aquel equipo quedó grabado en la memoria del deporte pampeano, “Estaban grandes jugadoras como Rosa Mata, Gabriela y Verónica De La Sota, Nora y Liliana Otermin, Mónica Carabajal, Laura Muñoz y muchas otras con las que compartí el orgullo de llevar el softbol femenino de La Pampa a lo más alto”.

El fútbol, una lucha constante

Aunque el softbol le dio títulos y reconocimientos, el fútbol siempre estuvo en su corazón. Y cuando llegó el momento de colgar el bate, volvió a ponerse los botines. En 1996, se sumó a un equipo femenino y comenzó a recorrer el país jugando en los torneos más importantes.

Los obstáculos seguían ahí. El fútbol femenino no tenía apoyo, pero ellas no se rendían. “Con el equipo Mileniun, competimos en torneos nacionales en Mendoza, San Juan y Laboulaye, obteniendo excelentes resultados” se enorgullece. Su esfuerzo y el de tantas otras jugadoras despertaron el interés del técnico de la Selección Argentina, quien incluso consideró traer un partido a nuestra ciudad. Ella recuerda ese momento, “Con asombro y alegría por que no era habitual que el técnico de la Selección Argentina pidiera jugar con un equipo de una provincia, el vio que trabajábamos con humildad y a conciencia, la verdad que me lleno de orgullo, de hecho, se llevó a nuestra arquera a la selección y jugo varios años”.

Pero Mari Acevedo no solo jugaba: quería cambiar las cosas desde adentro. En 1998, se convirtió en la primera mujer Directora Técnica de La Pampa y una de las primeras a nivel nacional. Su título no solo fue un logro personal, sino un mensaje claro: las mujeres podían y debían estar en los espacios de toma de decisiones, también dentro del deporte.

Año tras año, su lucha y la de muchas otras, dieron frutos. En el 2000, la Dirección de Deportes comenzó a prestar más atención al fútbol femenino, y en el 2002, su equipo logró un hito: campeonas de la Liga del Sur, un torneo con 14 equipos de Bahía Blanca, Punta Alta y General Cerri. El fútbol femenino ya no podía ser ignorado.

Dirigente y referente

Más allá del juego, Mari siempre tuvo claro que el crecimiento del deporte requiere trabajo fuera de la cancha. Durante años, fue secretaria de la Federación de Softbol, ayudando a fortalecer la disciplina. Y hoy, sigue con la misma vocación en el Club Mayu, donde ocupa el mismo cargo.

Desde su rol dirigencial, alienta a las mujeres a tomar responsabilidades y ocupar espacios de liderazgo. “Les digo a las chicas del club que deben ser ellas las que sigan trabajando y ocupando los cargos directivos”, dice con convicción. Porque el deporte no solo se juega: también se construye.

El cambio y el futuro del deporte femenino

Cuando Mari Acevedo compara aquella época con el presente, no tiene dudas: “El cambio es enorme, pero todavía falta.  Las mujeres hemos ganado espacio en el deporte, pero la igualdad sigue siendo un objetivo. Hoy hay entrenadoras, árbitras, periodistas deportivas, pero aún cuesta que tengan la misma visibilidad y reconocimiento que los hombres” señala.

Hubo un  tiempo, en que las mujeres tenían que luchar para poder jugar; hoy, aunque el camino es más accesible, las barreras persisten. Sin embargo, Mari asegura que “el avance es innegable: ahora las mujeres corren, juegan, se entrenan, se preocupan por su estado físico. Lo que antes era impensado, ahora es parte de la vida cotidiana” dice.

El Newcom y la pasión que no se apaga

Alejarse del deporte nunca fue una opción. Dejar el fútbol fue duro, pero en 2014 encontró un nuevo espacio en el Newcom, una variante del vóley para adultos. Desde entonces, volvió a competir, esta vez en los Juegos Evita, donde participó seis años consecutivos. Porque el deporte no tiene edad. Y Mari lo sabe mejor que nadie.

Le gusta el Newcom y compartir la cancha con su equipo y destaca “si hubo una referente del deporte pampeano fue Zoraida Parada y siempre fue una deportista que tuve como referente y hoy tengo el orgullo de decir que juego con ella al Newcom”

Si pudiera volver atrás, hay una sola cosa que cambiaría: “Quisiera tener 20 años para jugar al fútbol con este presente”. Pero, más allá de ese deseo, se siente plena con todo lo que logró.

Mari Isabel Acevedo no solo fue parte de la historia del deporte en La Pampa: la construyó. Su legado no se mide solo en títulos, sino en el camino que abrió para otras mujeres, en la lucha que dio para que el deporte femenino sea reconocido.

Su mensaje para las nuevas generaciones es claro: “Que sigan luchando por la igualdad de derechos y el reconocimiento total del rol de la mujer en la vida. Siempre adelante, siempre luchadoras”.

Porque, como demostró con su propia vida, el verdadero triunfo está en nunca dejar de jugar.

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