EL FINAL 1902
La declaración judicial de que el proceso no había afectado el buen nombre y honor de Rollino, no impidió que este diera por concluida su carrera política que, sin dudas, había abrazado con el fervor de los verdaderos republicanos, cuando ser concejal, si
El Final
La declaración judicial de que el proceso no había afectado el buen nombre y honor de Rollino, no impidió que este diera por concluida su carrera política que, sin dudas, había abrazado con el fervor de los verdaderos republicanos, cuando ser concejal, sin sueldos y sin viáticos, implicaba un valioso sacrificio en favor del pueblo.
Difícil resulta a la distancia, sin documentación abundante, conocer los perfiles democráticos de este hombre; pero lo existente nos basta y aún nos autoriza para abrir juicio en favor de ciudadanos que en todas las épocas han hecho de la política no un “conchabo” ni un menester para enriquecerse, sino un estilo de vida que se imponen quienes están dotados de una laudable sensibilidad social.
Desgraciadamente muchos ciudadanos políticos no resisten la presión que en su contra ejercen las “fuerzas vivas”, que no eran ni han dejado de ser los grupos interesados en que la organización socio – económica no se modifique y así, que exista siempre una clase para la cual las leyes formalizan sus privilegios.
Rollino, abogado, primer mandatario de su pueblo, encarcelado por los representantes de la oligarquía que mandaba, sucumbió en la adversidad. De Acha retornó a Buenos Aires (de donde parece era oriundo) mientras el gobernador Luque continuaba sus festejos rodeado de selectas familias lugareñas.
No sabemos, por carecer de documentos, cómo se expresaba Rollino, cómo decía en su afirmación dialéctica. Ni las actas del Consejo ni el único diario circulante en la época nos dan elementos. Pero sí sabemos que procedía.
Su sacrificio fue inútil en el momento, pero su ejemplo republicano no. Como el de él, de muchos ciudadanos que abrazan la política movidos por un ideal e impulsados por el vigoroso deseo de mejorar las condiciones socio – económicas de sus conciudadanos.
Algunos mueren políticamente sin retornar; y no se les puede censurar su retiro. Otro mueren cien veces “y otras cien y otras quinientas”. Pero no se corrompen ni abandonan. Pollino era, entendemos, más que aquí ( personaje de “Juan Pérez”, pues iba al atrio a votar y a que lo voten para asumir sin beneficio de inventario una gran responsabilidad.
De Buenos Aires, debió volver, no obstante Rollino, pues el diario “La Capital” publico durante todo 1 902 un aviso profesional indicando que su estudio de abogado lo atendía; en la calle Viejo Bueno (hoy Irigoyen) “frente a la plaza”.
Extraído del Libro del Centenario